VIVIR CON ALEGRÍA
El ejemplo de los
primeros cristianos para el Adviento
La
vida de los primeros cristianos está llena de una alegría rebosante, porque
saben que están haciendo, en cada momento de su día, lo que el Señor quiere de
ellos.Su alegría no depende del estado de ánimo, ni de la salud, ni de ninguna
otra causa humana, sino de la cercanía de Dios, que es el motivo de su gozo
profundo e incomparable.
Su
alegría es capaz de subsistir en medio de todas las pruebas, incluso en los
momentos más duros y oscuros, como la persecución y el martirio. Además su
alegría es contagiosa: transmitirla es el tesoro más valioso que pueden dar a
los que les rodean. Muchas personas encontraron y encuentran a Dios viendo la
alegría de los cristianos.
"Una persona alegre obra el bien,
gusta de las cosas buenas y agrada a Dios. En cambio, el triste tiende a obrar
el mal"
(HERMAS, “EL PASTOR”, Siglo II)
(HERMAS, “EL PASTOR”, Siglo II)
1. (En su libro “El Pastor”, Hermas
–hermano del papa Pío I- en la mitad del siglo II da una serie de
recomendaciones a los cristianos referentes a la importancia de evitar la
tristeza y estar alegres…)
Arranca, pues, de ti la tristeza y no
atribules al Espíritu Santo que mora en ti, no sea que supliques a Dios en
contra tuya y se aparte de ti. Porque el espíritu de Dios, que fue infundido en
esa carne tuya, no soporta la tristeza ni la angustia.
(HERMAS, “El Pastor”, Mandamientos, 10, 2-4)
(HERMAS, “El Pastor”, Mandamientos, 10, 2-4)
2. Revístete,
pues, de la alegría, que halla siempre gracia delante de Dios y le es
acepta, y ten en ella tus delicias. Porque todo
hombre alegre obra el bien y piensa en el bien y desprecia la tristeza. En cambio, el
hombre triste se porta mal en todo momento. Y lo primero en que se porta mal es
en que contrista al Espíritu Santo, que le fue dado alegre al hombre. En
segundo lugar, comete una iniquidad, por no dirigir súplicas a Dios ni
alabarle; y, en efecto, jamás la súplica del hombre triste tiene virtud para
subir al altar de Dios.
(HERMAS, “El Pastor”, Mandamientos, 10, 2-4)
(HERMAS, “El Pastor”, Mandamientos, 10, 2-4)
3. Los santos, mientras vivían en este
mundo, estaban siempre alegres,
como si siempre estuvieran celebrando la Pascua.
(SAN ATANASIO, Carta 14, 1-2)
(SAN ATANASIO, Carta 14, 1-2)
4. Siempre
estarás gozoso y contento, si en todos los momentos diriges a Dios tu vida,
y si la esperanza del premio suaviza y alivia las penalidades de este mundo.
(SAN BASILIO MAGNO, Homilía sobre la alegría, 25)
(SAN BASILIO MAGNO, Homilía sobre la alegría, 25)
5. "Quien practique la misericordia - dice el Apóstol -, que lo haga con alegría":
esta prontitud y diligencia duplicarán
el premio de tu dádiva. Pues lo que se ofrece de mala gana y por fuerza no
resulta en modo alguno agradable ni hermoso.
(SAN GREGORIO NACIANCENO, Disertación sobre amor a los pobres, 14)
(SAN GREGORIO NACIANCENO, Disertación sobre amor a los pobres, 14)
6. Como acabáis de escuchar en la lectura
de hoy, amados hermanos, la misericordia divina, para bien de nuestras almas,
nos llama a los goces de la
felicidad eterna, mediante aquellas palabras del Apóstol: Estad siempre alegres en el Señor.
Las alegrías de este mundo conducen a la tristeza eterna, en cambio, las alegrías que son según la voluntad
de Dios durarán siempre y
conducirán a los goces eternos a quienes en ellas perseveren. Por ello, añade
el Apóstol: Os lo repito,
estad alegres.
Se nos exhorta a que nuestra alegría, según Dios y según el cumplimiento de sus mandatos, se acreciente cada día más y más, pues cuanto más nos esforcemos en este mundo por vivir entregados al cumplimiento de los mandatos divinos, tanto más felices seremos en la otra vida y tanto mayor será nuestra gloria ante Dios.
(SAN AMBROSIO, Tratado sobre la carta a los Filipenses, 1)
Se nos exhorta a que nuestra alegría, según Dios y según el cumplimiento de sus mandatos, se acreciente cada día más y más, pues cuanto más nos esforcemos en este mundo por vivir entregados al cumplimiento de los mandatos divinos, tanto más felices seremos en la otra vida y tanto mayor será nuestra gloria ante Dios.
(SAN AMBROSIO, Tratado sobre la carta a los Filipenses, 1)
7. Los seguidores de Cristo viven contentos y alegres y se glorían de su pobreza más que los
reyes de su diadema.
(SAN JUAN CRISÓSTOMO, Homilía sobre San Mateo, 38)
(SAN JUAN CRISÓSTOMO, Homilía sobre San Mateo, 38)
8. En la tierra hasta la alegría suele
parar en tristeza; pero para quien vive según Cristo, incluso las penas se truecan en gozo.
(SAN JUAN CRISÓSTOMO, Homilía sobre San Mateo, 18)
(SAN JUAN CRISÓSTOMO, Homilía sobre San Mateo, 18)
9. Si tenemos fija la mirada en las cosas de la
eternidad, y estamos persuadidos de que todo lo de este mundo pasa y
termina, viviremos siempre
contentos y permaneceremos
inquebrantables en nuestro entusiasmo hasta el fin. Ni nos abatirá el
infortunio, ni nos llenará de soberbia la prosperidad, porque consideraremos
ambas cosas como caducas y transitorias.
(CASIANO, Instituciones, 9)
(CASIANO, Instituciones, 9)
10. El
gozo en el Señor debe ir creciendo continuamente, mientras que el gozo en
el mundo debe ir disminuyendo hasta extinguirse. Esto no debe entenderse en el
sentido de que no debamos alegrarnos mientras estemos en el mundo, sino que es
una exhortación a que, aun viviendo en el mundo, nos alegremos ya en el Señor.
(SAN AGUSTÍN, Sermón 171, 1)
(SAN AGUSTÍN, Sermón 171, 1)
11. Entonces será la alegría plena y
perfecta, entonces el gozo completo, cuando ya no tendremos por alimento la
leche de la esperanza, sino el manjar sólido de la posesión. Con todo, también
ahora, antes de que esta posesión llegue a nosotros, antes de que nosotros
lleguemos a esta posesión, podemos alegrarnos ya con el Señor. Pues no es poca la alegría de la
esperanza, que ha de convertirse luego en posesión.
(SAN AGUSTÍN, Sermón 21, 1)
(SAN AGUSTÍN, Sermón 21, 1)
12. Porque no hay nada más infeliz que la felicidad de los que pecan.
(SAN AGUSTÍN, De la vida feliz, 10)
(SAN AGUSTÍN, De la vida feliz, 10)
13. Eso fueron los primeros cristianos, y
eso hemos de ser los cristianos de hoy: sembradores de paz y de alegría, de la
paz y de la alegría que Jesús nos ha traído. (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo
que pasa, 30)
Fuente: Primeros Cristianos