La Celebración
de la Fiesta de la
Epifanía del Señor
Epifanía del Señor
Desde tiempos muy remotos, tanto
en Oriente como en Occidente –a
excepción de la ciudad de Roma y, probablemente, de las provincias de África–
la Iglesia celebró el día 6 de
enero la manifestación de Dios al mundo, fiesta posteriormente
conocida como Epifanía. En efecto, ya en el siglo
II se
encuentran referencias acerca de una conmemoración del bautismo
de Jesús, por parte de algunas sectas gnósticas. De todos
modos, habrá que esperar hasta la segunda mitad del siglo IV para recoger los primeros testimonios
procedentes de ámbitos ortodoxos.
El origen de la solemnidad de Epifanía es bastante
oscuro. Una tras otra se han sucedido
las más variadas hipótesis, como que la fiesta
surgió dentro del proceso de inculturación de la fe, como cristianización
de una celebración pagana del Sol naciente, de gran arraigo en
la región oriental del Imperio.
Muy pronto, en Occidente, la fiesta de Epifanía
revistió un triple contenido teológico, como celebración de la manifestación a los gentiles del Dios encarnado –adoración de los Reyes Magos–,
manifestación de la filiación divina de
Jesús –bautismo
en el Jordán– y manifestación del poder divino del Señor – milagro de las bodas de Caná–. En Oriente,
con la introducción de la fiesta de la Navidad, el 25 de diciembre, la
solemnidad de Epifanía perdió su carácter de celebración del nacimiento de
Cristo, y se centró en la conmemoración del Bautismo en el Jordán.
En la Iglesia romana, la celebración litúrgica de la
Epifanía gira hoy día en torno a la universalidad del designio salvífico divino.
Así, las lecturas refieren la vocación salvífica de los gentiles, ya anunciada
por los profetas (Is 60: 1-6) y realizada plenamente en Cristo (Ef 3: 2-3. 5-6
y Mt 2: 1-12). Esta misma perspectiva puede advertirse en los textos
eucológicos.
Fuente: Primeros Cristianos