Domingo
II después de Navidad
La Palabra encarnada,
Jesucristo, es un don del Padre. En esta frase intento resumir el sentido de la
liturgia de este segundo domingo después de Navidad. El Padre nos ha bendecido
con toda clase de bienes espirituales, entre los que sobresale el don
mesiánico, por medio de Cristo (segunda lectura). En la historia de las bendiciones
divinas, que corresponde con la historia del hombre, Dios se ha dado como don
de Sabiduría, primeramente al pueblo de Israel (primera lectura) y luego al
pueblo cristiano, ya que Jesucristo es Sabiduría de Dios, el único que ha visto
a Dios y que nos lo puede revelar (Evangelio). En esa misma larga historia,
Dios se nos ha dado como Palabra eterna, que ha tomado carne mortal en Jesús de
Nazaret (Evangelio).
Fuente: Catholic.net