Los 50 Consejos del Padre Pío
para una Vida en Gracia (III)
Pequeñas "florecillas" del más famoso franciscano
del siglo XX
21.
Dios puede rechazar todo en una criatura
concebida en pecado y que lleva la marca indeleble heredada de Adán, pero no
puede en absoluto rechazar el sincero deseo de amarle.
22.
La humildad y la caridad van al paso. Una
glorifica y la otra santifica. La humildad y la caridad son las cuerdas
maestras, todas las demás dependen de ellas: una es la más baja, la otra la más
alta. La conservación de todo el edificio depende de la cimentación y del
tejado.
23.
Si se tiene el corazón ejercitado en
humildad u caridad, no habrá dificultades con las demás. Estas son las madres
de las virtudes, aquellas le siguen como hacen las crías con sus madres.
24.
Di tu también siempre al dulcísimo Señor:
quiero vivir muriendo, para que de la muerte venga la vida que no muere y ayude
a la vida a resucitar a los muertos.
25.
Debes humillarte ante Dios antes que
abatir tu ánimo, si Él te reserva los sufrimientos de Su Hijo y quiere hacerte
experimentar tu debilidad: debes elevar a Él la oración de la resignación y de
la esperanza, aunque caigas por fragilidad, y darle las gracias por tantos
beneficios de que te está enriqueciendo.
26.
Besa a menudo con afecto a Jesús y le
compensarás por el beso sacrílego del apóstol Judas.
27.
Procura avanzar en la caridad: ensancha tu
corazón con confianza a los divinos carismas que el Espíritu Santo quiere
derramar en él…
28.
Si queremos recoger es necesario no tanto
sembrar mucho, como esparcir la semilla en buen campo, y cuando esta semilla se
vuelva planta, vela para que la cizaña no sofoque las plantas tiernas.
29.
¿Amas desde hace tiempo al Señor? ¿Le amas ahora? ¿No ansías amarlo para
siempre?
30.
No tengas ningún miedo.