Los Reyes Magos
Adoración de los Reyes Magos - Giotto
Los magos de Oriente son personajes citados en la Biblia, en el
Nuevo Testamento. Es poco lo que realmente se sabe de ellos: se ignora cuantos
eran y de qué tierras proceden. Escrituralmente, solo es sabido de ellos que
cuenta el Evangelio de San Mateo:
Nacido, pues, Jesús en Belén de Judá en los días del rey Herodes,
llegaron del Oriente a Jerusalén unos magos diciendo: ¿Dónde está el Rey de los
judíos que acaba de nacer? (Mateo 2,1-2).
Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y
postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro,
incienso y mirra.
La tradición cuenta que vinieron de Oriente, en número de tres, que iban guiándose por una estrella que les condujo hasta Belén. Allí buscaron al Niño Jesús recién nacido y le adoraron, ofreciendo oro (presente conferido a los reyes), incienso (empleado en el culto en los altares de Dios) y mirra (un compuesto embalsamador para los muertos).
Antes de llegar, en la ciudad de Jerusalén, encontraron al gobernador Herodes el Grande, quien astutamente les conminó a que, de regreso, hablaran con él para darle noticia del sitio exacto donde se encontraba dicho niño, para poder ir él también a adorarle. (En realidad, lo que quería era darle muerte, por eso ordenó la matanza de los inocentes).
La tradición cuenta que vinieron de Oriente, en número de tres, que iban guiándose por una estrella que les condujo hasta Belén. Allí buscaron al Niño Jesús recién nacido y le adoraron, ofreciendo oro (presente conferido a los reyes), incienso (empleado en el culto en los altares de Dios) y mirra (un compuesto embalsamador para los muertos).
Antes de llegar, en la ciudad de Jerusalén, encontraron al gobernador Herodes el Grande, quien astutamente les conminó a que, de regreso, hablaran con él para darle noticia del sitio exacto donde se encontraba dicho niño, para poder ir él también a adorarle. (En realidad, lo que quería era darle muerte, por eso ordenó la matanza de los inocentes).
La historia sigue contando cómo un ángel se apareció a los tres
reyes magos y les advirtió del peligro que corría Jesús si ellos obedecían el
deseo de Herodes. Así pues, no volvieron por el mismo sitio.
Parece ser que por el hecho de que el relato evangélico indicara
que trajeron tres dones (oro, incienso y mirra), se dio por sentado que eran
tres los personajes que los traían. Aunque también en algún momento las
distintas tradiciones han señalado que eran dos, cuatro, siete y hasta doce.
La primera vez que surge el nombre con que hoy conocemos a los
Reyes Magos es en la iglesia de San Apolinar Nuovo, en Rávena (Italia). El
friso de la imagen está decorado con mosaicos de mediados del siglo VI que
representan la procesión de las Vírgenes. Esta procesión está conducida por
tres personajes vestidos a la moda persa, tocados con un gorro frigio y su
actitud es la de ir a ofrecer lo que llevan en las manos a la Virgen que está
sentada en un trono y tiene al Niño en su rodilla izquierda. Encima de sus
cabezas se pueden leer tres nombres, de derecha a izquierda: Melchor, Gaspar,
Baltasar...
Poco a poco la tradición ha ido añadiendo otros detalles a modo de
simbología: se les ha hecho representantes de las tres razas conocidas en la
antigüedad y representantes de las tres edades del hombre.
La llegada de los Reyes Magos es un tema tratado también en los
Evangelios Apócrifos. Según la tradición esotérica aplicada al cristianismo,
estos personajes procedían del lugar donde se encontraba el Preste Juan.
Otra leyenda cuenta que después de la Resurrección de Jesús, el
apóstol Tomás los halló en Saba (India), que fueron bautizados y que se les
consagró obispos; después fueron martirizados en el año 70 y fueron depositados
en el mismo sarcófago. Los restos fueron llevados a Constantinopla por Santa
Elena. Posteriormente, Federico I Barbarroja, en el siglo XII, las trasladó a
Colonia, donde hoy reposan sus cenizas con las coronas que supuestamente
llevaron durante su existencia.
Actualmente en la catedral de Colonia, se veneran los supuestos
restos de los Reyes Magos en una urna dorada colocada en el altar mayor.
Si bien parece contradictorio que practicantes de la magia
(severamente amonestada tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento) sean
admitidos como adoradores del Mesías, el término griego no era utilizado
preponderantemente para referirse a los hechiceros; se utiliza, en este caso
para referirse a hombres sabios (cual se los llama en diversas versiones de la
Biblia en inglés), o más específicamente, hombres de ciencia. De hecho, también
poseían conocimiento de las Escrituras (Mateo 2:5-6).
San Mateo nos deja ver que eran astrónomos que conocían con
precisión el movimiento de la estrella. Aunque bien intencionados, su visita es
causa de turbación general y del celo de Herodes (2:3). A pesar de ser anciano
y de haber reinado ya por más de treinta años, Herodes les ruega que averigüen
el sitio preciso del nacimiento del Mesías (2:8) con el fin de acabar con su
potencial sucesor. Los sabios, que no sospechan esto, encuentran al Niño, al
cual adoran y obsequian oro, incienso y mirra (2:11), pero prevenidos por un
ángel (2:12), no regresan con Herodes. Iracundo, el rey manda a matar a los
niños menores de dos años. Para entonces, José ha sido avisado en sueños (2:13)
de huir a Egipto con los suyos.
A partir de ese relato, tanto la Iglesia Católica como el vulgo en
general han ido elaborando una historia sobre los hechos y la personalidad de
estas tres figuras, incluyendo el presunto estatus real.
Desde muy antiguo el tema de los Reyes Magos ha sido ejecutado por
artistas pintores y escultores. Les han representado en número de tres, cuatro,
y en algún caso (pocos) en número de dos. Actualmente
existe en el mundo un monumento a la figura de los reyes magos, se encuentra en
la localidad alicantina de Ibi, España.